Qué entretenido está esto de la inteligencia artificial. Es lo bueno de vivir eclosiones tecnológicas: todo es vertiginoso y llamativo. Y si la cosa ya estaba animada, una peculiar batalla entre dos grandes personalidades —Sam Altman (OpenAI) y Elon Musk (xAI)— ha hecho que aquí tengamos además algo de salseo.
Y es que por si no lo sabe Vd., señor lector, ambos eran amiguetes y cofundaron OpenAI con la idea de desarrollar una IA beneficiosa para la humanidad. Era mentira, claro. Para empezar, porque OpenAI ahora
está buscando su beneficio propio.
Musk, por cierto, acabó abandonando aquel proyecto —
uno de sus grandes errores— y luego se puso en plan distópico pidiendo que se
parara el desarrollo de modelos de IA porque Terminator estaba al caer. También era mentira, claro: solo estaba ganando tiempo.
Se ha visto ahora que
acaba de presentar Grok, su particular rival (de pago también, claro, lo de beneficiar a la humanidad quedó en el olvido) para ChatGPT. Este chatbot es muy del palo de Musk:
contesta de forma gamberra, intentando ir más allá de lo que lo hacen sus competidores, pero a priori no parece que solvente las grandes limitaciones de estos modelos.
Tampoco parece que vaya a hacerlo
GPT-4 Turbo, que Altman
presentaba a bombo y platillo esta semana y que es una versión supervitaminada de su anterior LLM. Lo que sí tiene buena pinta
es la GPT Store, una tienda de chatbots personalizados a imagen y semejanza de ChatGPT y que
cualquiera se podrá programar sin picar ni una línea de código. Y mientras, insistimos: salseo: Altman
ya ha lanzado una pulla a Musk, y a buen seguro habrá respuesta. Qué divertido todo.
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